Cuando nuestro cuerpo no nos gusta y esto nos genera malestar en lo primero que pensamos es en cambiar nuestro cuerpo, porque creemos que eso es lo que está mal, y nada más.
¿Por qué no nos gusta nuestro cuerpo? ¡Porque hemos aprendido a odiarlo!
Puede haber tres razones.
La primera razón son los estándares de belleza promulgados por la sociedad. Este contexto no para de repetirnos que nuestro cuerpo está mal y debemos cambiarlo.
La segunda razón es asociar delgadez o musculatura con éxito. Es un culto al cuerpo y a un ideal estético excesivo.
Y la última razón es la exposición constante a cuerpos delgados (si eres mujer) o musculados (si eres hombre), eliminando la exposición a la realidad de que los cuerpos son diversos.
¿Y ahora qué hago?
Ahora, ante la idea de que mi cuerpo me genera malestar y tengo una imagen corporal negativa se nos plantean dos opciones: o cambio mi cuerpo o cambio mi imagen corporal.
Antes de escoger qué hacer, se debe tener en cuenta que lo que vemos en el espejo no es un reflejo objetivo de la realidad, porque nuestra imagen corporal es en sí algo subjetivo.
Está influenciada por nuestra percepción, creencias, conductas y emociones.
Voy a ponerte un ejemplo práctico. Soy un chico y los cuerpos a los que suelo estar expuesto son de chicos musculados. Me he machacado bastante cada vez que me miraba al espejo diciéndome que tengo barriga o que tengo bracitos de colibrí. Me preocupa mucho mi aspecto físico. Creo que el mejor momento de mi vida era cuando estaba más en forma. He hecho mil comparaciones entre mi cuerpo y el cuerpo ideal que me he montado en mi cabeza. Me encanta fijarme bien en todos mis defectos físicos.
¿Entonces qué puede suceder?
He comido algo que considero malo. Me noto hinchado. Me siento gordo. Empiezo a mirarme en el espejo buscando pruebas que confirmen mi creencia. Pienso que la he cagado y que soy un pringado.
¿El resultado? Odio mi cuerpo y tengo que cambiarlo.
Por otro lado, nos venden que es muy fácil cambiarlo y que si no funciona, no es la dieta o el ejercicio lo que va mal, sino tu fuerza de voluntad. La sociedad te carga de culpabilidad.
Pero por mucho que sigas cambiando tu cuerpo, y seguramente haciéndolo desde el auto-rechazo, seguirá sin gustarte y sin parecerte suficiente.
¿Cuál es la gran idea final?
La conclusión es que el malestar con tu cuerpo no suele desaparecer cambiándolo, sino que disminuye aceptándolo y trabajando tu imagen corporal.
Sobre mí
Psicólogo en Valencia | Julio García
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